Me gusta trabajar despacio, como una arañita. Y corrijo mucho. Una vez que termino un capítulo o una página, vuelvo al principio y reescribo: rompo la frase que está demasiado redonda, o que suena demasiado “literaria”, tomo un desvío… Me parece que en el fondo son todas cosas sin la menor importancia, pero es así. Escribo mucho “adentro” de lo que escribo. Siempre me acuerdo de la imagen de Nabokov: “Me encanta la página del texto corregido, cuando le crecen alitas azules en los costados, sobre los márgenes”. Sergio Bizzio