Autor: Piombo Graciela
Origen de la quinua
Dicen que, en tiempos de los antiguos, la gente aymara conversaba con las estrellas. La tierra comenzaba a dar frutos, pero algo extraño pasaba que nadie podía explicar.
La vieja diabla
El hermano parecía tener menos miedo y, atento a las sombras de los árboles que se movían y parecían fantasmas, vio a lo lejos el reflejo de una luz blanca.
El águila
Entre los comechingones no existían diferencias entre hombres y mujeres a la hora de ir a la guerra. Luchaban por igual unos y otras defendiendo lo que les pertenecía. La llegada de los españoles fue el principio del fin de este puebo valeroso.
El Llastay
¡Cuidado con el Llastay!, se escuchaba seguido decir a los cazadores de guanacos.
El rayo y el hombre
Kasongongá es para los qom el rayo que cae a la tierra con la fuerza destructora de la naturaleza.
La llegada de las mujeres
Para los antiguos qom, en el principio de los tiempos no había mujeres sobre la tierra. Solo había animales y hombres que cazaban, pescaban y recolectaban.
El robo del fuego
Hace mucho tiempo, después de que un incendio quemara toda la tierra, los árboles volvieron a crecer, todo volvió a ser como antes menos una cosa.
La tierra sin mal. El paraíso terrenal de los guaraníes
Cuentan los guaraníes que la Tierra sin Mal está en este mundo. La llaman Ywy Mara Ey y señalan hacia el este cuando quieren indicar para dónde hay que ir para encontrarla.
La leyenda del Chajá
Muchos jóvenes estaban enamorados de la hija del cacique y querían casarse con ella. Pero su corazón tenía dueño y nada ni nadie podía cambiar sus sentiemientos. Ella había dado su palabra y cuando un guaraní daba su palabra, iba el alma en ese juramento.
Mboí-Tuí y el camino secreto
Cuentan los guaraníes que la Tierra sin Mal tenía una sola entrada y que era Rupavé, el primer hombre creado por Tupá, quien cuidaba celosamente que no entrara ningún extraño.
Viaje a la tierra de los muertos
Una noche la joven soñó que se le clavaban espinas en el cuerpo. Se despertó sobresaltada con la sensación de que algo malo iba a ocurrir. Esas espinas le habían traído un mal presagio.
El hain. La pelea del Sol y la Luna
En el principio de los tiempos, las mujeres selk’nam eran las que mandaban. Varios meses al año se reunían en la Gran Choza, un lugar sagrado al que solo ellas podían entrar para realizar sus ceremonias.
La luna roja
La luna anunciaba en cada eclipse que muchos hombres morirían en combate.